Sólo un hombre ha sido capaz de llegar a los 10. 898 metros para hablarnos de sus oscuridades y sus maravillas gracias a un sofisticado submarino, el Deepsea Challenger. ¿Su nombre? James Cameron.
El abismo más profundo de nuestros océanos
Viendo la imagen superior ya nos podemos situar. Estamos en la fosa de las Marianas, en el Pacífico occidental. Esta región tiene una longitud de 2.500 kilómetros y se extiende hacia abajo para alcanzar los 10.994 metros. Puede que incluso más, puesto que el National Geographic comenta a menudo que pueden sobrepasarse los 11 kilómetros de descenso. Este interesante punto de nuestro planeta ha sido desde siempre objetivo de múltiples proyectos de investigación, en los que la temeridad, pero también las ganas de descubrir y comprender, han hecho que el hombre arriesgara su vida por descender a ese mundo frío, oscuro y a una presión 1095 veces superior a la de la superficie.
Pero veamos con detalle la historia de la fosa Challenger y los intentos del hombre por desentrañar sus secretos abisales:
El nombre le fue dado en 1872. Fue la fragata de la Marina Real Británica Challenger quién organizó ya en aquella época algunas expediciones, pero sin demasiado éxito. Sus cálculos para establecer la profundidad del abismo fueron completamente erróneos.
El 23 de marzo de 1875, se volvió a intentar mediante dos sondeos separados, estimando que debía ser de unos 8.184 metros.
En 1912, en el libro de Sir John Murray “The Depths of the Ocean” (Las profundidades del océano) se acerca un poco más a la cifra que tenemos ahora. El propio Sir John formó parte de la expedición, estableciendo entonces la distancia en 9.636 metros.
Nos vamos ahora al año 1951. La Armada Real Británica HMS Challenger vuelve una vez más a organizar una expedición. Se utiliza un sondeo por eco, estableciéndose que la profundidad deber ser de 10.900 metros.
El 23 de enero de 1960, se inicia una nueva aventura mediante el batiscafo suizo Trieste, que ha comprado la Armada de los Estados Unidos. Dentro, va el oceanógrafo Jacques Piccard, su padre Auguste Piccard y el teniente Don Walsh. Su descenso les sirvió para ver el medio y averiguar si existía algún tipo de vida.
En 1984, los japoneses se interesan por el abismo Challenger y utilizan un sónar. ¿Distancia? 10.923 metros.
En 2009 se produjo un nuevo descenso al abismo, con el Nereus.7, La profundidad esta vez era mucho más amplia 10.994.
En 2012 James Cameron sorprendió al mundo con su aventura. Gracias al Deepsea Challenger, bajó hasta los 10.898, siendo así la primera persona en descender en solitario al punto más bajo de la Tierra.
¿Hay algún tipo de vida en el abismo Challenger?
El propio James Cameron describió la fosa como un desierto lunar. Como si él fuera el único habitante de aquel yermo escenario, donde lo paranormal pudiera asaltarlo en cualquier momento. Sólo pudo ver gusanos, gusanos ciegos adaptados a aquella terrible presión, la misma que abolló el propio submarino hundiendo una de las ventanas hacia él.
Pues bien, lo realmente interesante sucedió el año pasado, en el 2013. Un equipo formado por científicos de la Universidad del Sur de Dinamarca, el Centro de Investigación Climática de Groenlandia, el Instituto Marino Escocés, la Agencia Japonesa de Ciencia y Tecnología Marina y Terrestre y el Instituto Max Planck de Microbiología Marina, enviaron un nuevo batiscafo – pero esta vez sin nadie en su interior- descubriendo algo asombroso: el abismo Challenger está lleno de vida.
¿Qué clase de vida? Te preguntarás. Vida microbiana. Para asegurar que esto era posible lo que se hizo fue medir el consumo de oxígeno. Los datos fueron impactantes: en ese abismo el consumo de oxígeno es mucho mayor que en la superficie. Aún no se ha podido determinar qué tipo de microbios pueden existir en aquel recóndito lugar -animales abisales, como la Macropinna microstoma o pez de cabeza transparente- sólo aparecen en estratos más superiores, pero lo que se encuentra en esas capas más profundas, frías y escondidas, tiene emocionada a toda la comunidad científica… y a curiosos como nosotros.
La vida se abre camino en cualquier escenario, sean cuales sean sus condiciones. Realmente fascinante.
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